
El presidente Donald Trump, redoblando su agenda comercial de “Estados Unidos primero”, firmó órdenes ejecutivas que imponen aranceles del 25% sobre el acero y el aluminio importados, preparando el escenario para una renovada tensión comercial con aliados y adversarios clave por igual.
La medida, presentada por Trump como un medio para revitalizar las industrias nacionales, ya ha generado duras condenas y amenazas de represalias de todo el mundo.
“Esto es un gran problema: hacer que Estados Unidos vuelva a ser rico”, dijo Trump al firmar las órdenes, subrayando su inquebrantable compromiso de reestructurar las relaciones comerciales de Estados Unidos.
¿Revitalizar las industrias estadounidenses: una propuesta costosa?
Si bien el objetivo declarado es promover la producción y el empleo de acero y aluminio nacionales, estos aranceles están dispuestos a aumentar los costos para los fabricantes estadounidenses que dependen de estos metales, lo que podría compensar las promesas de Trump de reducir el costo de vida de las familias estadounidenses.
Peter Navarro, asesor principal de comercio y manufactura de la Casa Blanca, enmarcó los aranceles como esenciales para la seguridad nacional.
“No se trata solo de comercio. Se trata de garantizar que Estados Unidos nunca tenga que depender de naciones extranjeras para industrias críticas como el acero y el aluminio”, afirmó.
Condenación global y amenazas de represalias
Incluso antes del anuncio formal, la comunidad internacional expresó una fuerte oposición.
La Comisión Europea calificó los aranceles de “ilegales y contraproducentes”, y el canciller alemán Olaf Scholz prometió que Alemania, un importante exportador de acero a Estados Unidos, podría tomar represalias “en una hora” de cualquier acción estadounidense.
Más allá del acero y el aluminio
Trump está listo para revelar una nueva estrategia de “aranceles recíprocos” que igualaría los impuestos a las importaciones estadounidenses con los impuestos impuestos por otras naciones a los productos estadounidenses.
Esta medida, dirigida a países como la Unión Europea, que mantiene un arancel del 10 por ciento sobre los automóviles importados de Estados Unidos, aumentaría aún más las tensiones comerciales y marcaría una desviación significativa de décadas de política estadounidense que favorecía aranceles más bajos e integración global.
El nuevo enfoque aumentaría aún más las barreras comerciales estadounidenses, particularmente en productos de naciones como India y Brasil.
Consecuencias en América del Norte
Los aranceles al acero y al aluminio también probablemente tensionarán las relaciones con Canadá y México, socios comerciales clave de Estados Unidos y principales proveedores de estos metales.
La pausa de la semana pasada en los impuestos separados a la importación de bienes de Canadá y México, vinculados a preocupaciones sobre inmigración y tráfico de drogas, ahora parece cada vez más frágil.
Canadá, el principal proveedor extranjero de acero a Estados Unidos, envió 6,6 millones de toneladas en 2023. Brasil, México, Corea del Sur y Vietnam también se encuentran entre las principales fuentes de importación.
China en el punto de mira: abordar el exceso de capacidad de acero a nivel mundial
Aunque China no es un importante proveedor directo de Estados Unidos, su dominio en la industria siderúrgica mundial es una preocupación principal para la administración Trump.
Con su economía doméstica desacelerándose, las acerías chinas continúan produciendo más acero del que el país puede consumir, creando un enorme excedente global.
Según la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos, el exceso de acero disponible en los mercados mundiales en 2023 alcanzó los 551 millones de toneladas métricas, cuatro veces la producción total de la UE, lo que deprimió los precios mundiales y dificultó que los fabricantes de acero estadounidenses compitieran sin protección arancelaria.
Cerrar las lagunas
El nuevo régimen arancelario tiene como objetivo abordar las lagunas del sistema existente, que han permitido a países como China y Rusia eludir los impuestos a la importación enviando acero y aluminio a través de terceros países como Canadá y México.
La administración planea establecer requisitos para que el acero y el aluminio se fundan o se fundan en América del Norte para calificar para el acceso libre de aranceles al mercado estadounidense, e intensificará la supervisión de los envíos de metales industriales para evitar el etiquetado incorrecto de los productos.
Si bien los aranceles han recibido el apoyo de algunos segmentos de la industria siderúrgica estadounidense, como lo demuestran las declaraciones de Scott Paul, no todos están de acuerdo.
Como afirmó Scott Paul, presidente de la Alianza para la Fabricación Estadounidense, una organización sin fines de lucro respaldada por el sindicato United Steelworkers, “las circunstancias subyacentes que llevaron a los aranceles originales sobre el acero y el aluminio en 2018 no han cambiado: los metales son cruciales para nuestra seguridad nacional y la sobrecapacidad de China continúa sacudiendo los mercados globales”.
A pesar de la amplia imposición de los aranceles, Australia ya está buscando una exención.
El primer ministro Anthony Albanese dijo que había presionado por la exención de los aranceles durante una llamada telefónica “muy constructiva y cálida” con el presidente estadounidense.
Trump impuso anteriormente aranceles similares al acero y al aluminio en 2018, que luego fueron modificados para permitir exenciones para los principales aliados y reemplazarlos con cuotas para otras naciones.
Sin embargo, estas medidas no lograron alcanzar sus objetivos previstos y estudios posteriores han demostrado que los aranceles del primer mandato resultaron en una pérdida neta de empleos en Estados Unidos.
Como concluyeron Kadee Russ de la Universidad de Harvard y Lydia Cox de la Universidad de California en Davis en un estudio de 2020, “Las pérdidas de empleo creadas al poner en riesgo a estas industrias que utilizan acero parecen ser sustanciales y muy superiores a cualquier empleo que pueda haber surgido en la industria de producción de acero como resultado de los aranceles”.
Consecuencias globales y posibles represalias
Los aranceles han provocado fuertes reacciones en Canadá y Europa. El ministro de Industria, François-Philippe Champagne, calificó los aranceles de “totalmente injustificados”, mientras que el capítulo canadiense del sindicato United Steelworkers instó al gobierno a tomar represalias.
En previsión del regreso de Trump a la Casa Blanca, los funcionarios de la UE elaboraron listas de posibles aranceles de represalia, aunque dejaron claro que preferirían negociar.
Los líderes europeos han advertido que una guerra comercial perjudicaría a ambas partes y solo beneficiaría a adversarios como Rusia.
En Brasil, el ministro de Hacienda, Fernando Haddad, dijo que el gobierno no tomaría ninguna medida en respuesta a los aranceles hasta que fueran formalizados. José Augusto de Castro, presidente ejecutivo de la Asociación Brasileña de Comercio Exterior, dijo al periódico O Globo que el arancel era “extremadamente alto y sin ninguna base técnica”.
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