
Estados Unidos ha vuelto a imponer aranceles al acero y al aluminio importados, apuntando a un sector dominado durante mucho tiempo por China.
Si bien China no exporta grandes volúmenes de acero o aluminio crudo directamente a Estados Unidos, su influencia en las cadenas de suministro mundiales sigue siendo significativa.
Se espera que los aranceles del 25% sobre las importaciones de acero y del 10% sobre las importaciones de aluminio interrumpan los flujos comerciales, afectando particularmente a los aliados estadounidenses como Canadá, México y Corea del Sur.
La verdadera pregunta es si estas medidas frenarán las exportaciones indirectas de China o simplemente cambiarán los patrones del comercio mundial.
Esta medida refleja una estrategia más amplia de Estados Unidos para contener la influencia económica de China, particularmente en sectores industriales clave. El prolongado dominio de Pekín en la producción de acero ha provocado un exceso de oferta global, lo que ha obligado a los competidores a bajar los precios.
Si bien la administración Biden ha continuado en gran medida las políticas comerciales de Trump sobre metales, los últimos aranceles indican un renovado esfuerzo para proteger a los fabricantes estadounidenses de lo que los funcionarios llaman competencia desleal.
La efectividad de estos aranceles sigue siendo incierta, ya que las cadenas de suministro de China han demostrado ser altamente adaptables.
El papel de China en el exceso de capacidad mundial de acero
China produce más del 50% del acero del mundo, con una producción anual que supera los 1.000 millones de toneladas métricas. Sin embargo, una desaceleración de su economía interna ha obligado a los fabricantes chinos a buscar mercados extranjeros para su producción excedente.
Si bien las exportaciones directas a Estados Unidos están limitadas debido a las barreras comerciales existentes, el acero chino todavía ingresa a Estados Unidos a través de países intermediarios.
Naciones como Vietnam, México y Canadá han estado reprocesando acero chino antes de enviarlo a Estados Unidos, eludiendo efectivamente las restricciones.
La industria siderúrgica estadounidense sostiene que este comercio indirecto ha erosionado los precios internos y ha socavado los empleos estadounidenses. En 2023, Estados Unidos importó 28,6 millones de toneladas métricas de acero, con Canadá, México y Brasil representando una gran parte.
Al imponer aranceles a estas naciones, Washington espera cerrar las lagunas que permiten que el acero chino penetre en el mercado estadounidense. Sin embargo, estas restricciones también podrían tensar los lazos diplomáticos con socios comerciales clave.
Represalias y tensiones comerciales globales
China ha respondido a los aranceles estadounidenses con sus propias medidas económicas, imponiendo aranceles al gas natural licuado, al carbón y a la maquinaria agrícola estadounidenses.
Si bien Pekín se ha abstenido de atacar directamente al acero estadounidense, ha aumentado los subsidios internos para compensar el impacto de las restricciones comerciales occidentales.
Mientras tanto, otras grandes naciones productoras de acero, como Brasil, Turquía e Indonesia, también han introducido contramedidas contra las exportaciones excesivas de acero de China, lo que sugiere una reacción global más amplia.
La Unión Europea también ha endurecido sus políticas de importación de acero, implementando medidas de ajuste fronterizo de carbono que podrían restringir aún más las exportaciones chinas.
Estas acciones internacionales reflejan la creciente preocupación de que la sobreoferta de China esté distorsionando los mercados mundiales, lo que podría conducir a disputas comerciales prolongadas.
¿Las tarifas fortalecerán el acero estadounidense o intensificarán una guerra comercial?
Históricamente, los aranceles al acero de Estados Unidos han tenido resultados mixtos. Los aranceles de Trump de 2018 provocaron aumentos de precios a corto plazo, beneficiando a los productores nacionales pero aumentando los costos para las industrias que dependen del acero importado, como las empresas automotrices y de construcción.
Si bien la producción de acero en Estados Unidos ha aumentado un 20% desde 2018, la utilización de la capacidad sigue por debajo del nivel del 80% que los líderes de la industria consideran sostenible.
Los aranceles actuales podrían ayudar a reactivar las acerías estadounidenses infrautilizadas, particularmente en estados indecisos como Pensilvania y Ohio, donde el sector desempeña un papel crucial en el empleo.
Si las tensiones comerciales globales se intensifican, los fabricantes estadounidenses podrían enfrentar barreras de represalia en otros mercados clave.
Con la demanda mundial de acero fluctuando y las cadenas de suministro evolucionando, el impacto a largo plazo de estos aranceles sigue siendo incierto. Si bien Estados Unidos busca reducir su dependencia de los metales extranjeros, es poco probable que el desafío más amplio del dominio de China en la producción mundial de acero se resuelva únicamente mediante aranceles.
En cambio, el conflicto comercial en curso puede fragmentar aún más los mercados globales, reconfigurando las cadenas de suministro en lugar de frenar por completo la influencia de China.
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