
La perspectiva de nuevos aranceles estadounidenses sobre los productos alimentarios de la Unión Europea ha hecho sonar las alarmas en todo el sector agrícola italiano.
Un importante grupo de presión de agricultores italianos advierte que tales medidas infligirían “miles de millones de dólares en daños” a las preciadas exportaciones del país, incluyendo delicias icónicas como el jamón de Parma y el vino Prosecco.
El presidente Trump se ha comprometido a imponer aranceles a la UE y a otras naciones en respuesta a los desequilibrios comerciales percibidos con Estados Unidos.
La implementación de nuevos aranceles del 25% sobre las importaciones mexicanas y canadienses, así como de aranceles del 20% sobre los productos chinos, ha aumentado la preocupación por la posibilidad de que se tomen medidas similares contra los productos europeos.
Cristiano Fini, presidente del lobby agrícola CIA, que representa a 650.000 miembros y 170.000 empresas, expresó su grave preocupación por el posible impacto de estas políticas.
Declaró a Reuters que “se prevén daños por miles de millones de dólares para la industria alimentaria italiana, perjudicando no solo a nuestro país, sino también a los bolsillos de los estadounidenses que compran nuestros productos de excelencia y reconocen su calidad y singularidad”.
El encanto irreemplazable del “Made in Italy”
Fini enfatizó aún más el carácter único y la calidad de los productos agrícolas italianos, afirmando que “los agricultores de Trump nunca podrán producir Grana Padano (queso), jamón de Parma, Pecorino Romano (queso), Prosecco, Brunello y todos los productos Made in Italy”.
Este sentimiento refleja un profundo orgullo por el patrimonio culinario de Italia y la creencia de que sus productos simplemente no se pueden replicar en ningún otro lugar.
En 2024, las exportaciones de alimentos italianos a EE. UU. alcanzaron un valor considerable de aproximadamente 7.800 millones de euros (8.220 millones de dólares), lo que subraya la importancia del mercado estadounidense para los productores italianos.
Italia registró el año pasado un superávit comercial global con Estados Unidos de 39.000 millones de euros.
Estados Unidos es, con diferencia, el principal destino extracomunitario de los productos italianos y el segundo en general después de Alemania, consolidando su posición como socio comercial crucial.
En respuesta a la amenaza inminente, Fini instó a los Estados miembros de la UE a tomar “medidas diplomáticas y una contramedida importante para contrarrestar el efecto perturbador de los aranceles estadounidenses sobre todos los productos de la UE”.
Este llamamiento a una respuesta unificada subraya la seriedad con la que los agricultores italianos consideran la posible imposición de aranceles estadounidenses.
Un enfoque cauteloso: Meloni busca evitar una guerra comercial
La semana pasada, la patronal italiana Confindustria condenó la política arancelaria de Trump como un ataque a la industria y a la mano de obra de la UE, abogando por una reacción contundente.
Sin embargo, la primera ministra Giorgia Meloni, una conservadora que ha cultivado una relación personal positiva con Trump, ha adoptado una postura más cautelosa.
Si bien reconoce que las amenazas arancelarias van en contra del interés nacional de Italia, también ha advertido contra el inicio de una guerra comercial entre la UE y Estados Unidos.
La situación plantea un delicado equilibrio para Italia, que busca proteger sus vitales exportaciones agrícolas manteniendo al mismo tiempo su relación estratégica con Estados Unidos.
Los próximos meses serán cruciales para determinar si se puede evitar una guerra comercial o si los productores italianos se enfrentarán a dificultades económicas significativas como consecuencia de las políticas arancelarias estadounidenses.
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