
La escalada de la guerra comercial entre Estados Unidos y China está generando alarma en las industrias de todo el mundo, y el cobre no es una excepción.
Iván Arriagada, CEO de la chilena Antofagasta, advirtió recientemente que el aumento de los aranceles podría tener un impacto negativo a largo plazo en la demanda de cobre, lo que plantearía riesgos para la industria de la construcción y la transición en curso hacia una economía verde.
En su intervención en la conferencia sobre cobre de CESCO en Santiago, Arriagada destacó que los aranceles recientemente anunciados por el presidente Donald Trump están generando una mayor incertidumbre en los mercados financieros.
Esta incertidumbre ya ha provocado una fuerte caída de los precios del cobre, con los futuros cayendo por debajo de los 4,20 dólares por libra, su nivel más bajo en cuatro meses, según Trading Economics.
A pesar de estos desafíos, Arriagada expresó un optimismo cauteloso sobre el lado de la oferta del mercado del cobre.
“El cobre es una verdadera materia prima, por lo que la oferta limitada debería mantenerlo alto”, dijo, subrayando que si bien la demanda puede disminuir debido a la debilidad económica, las restricciones de suministro podrían proporcionar un colchón de precios crucial.
Demanda de cobre: la tecnología y las energías verdes ofrecen esperanza
Arriagada también señaló las tendencias tecnológicas emergentes como un posible amortiguador contra la caída del consumo de cobre.
En una entrevista con Reuters, señaló que el auge de los centros de datos, los proyectos de energía renovable y los sistemas de inteligencia artificial están generando nuevas vías de demanda de cobre, compensando las posibles caídas en sectores tradicionales como la construcción y la manufactura.
“La IA y los avances tecnológicos crean nuevas demandas de cobre que podrían compensar cualquier déficit en los mercados más convencionales”, afirmó.
Arriagada cree que a medida que las empresas de todo el mundo se orienten hacia tecnologías más ecológicas e infraestructuras digitales más complejas, el uso del cobre no solo se estabilizará, sino que incluso podría crecer sustancialmente.

Chile se posiciona para capear la tormenta arancelaria
Curiosamente, Arriagada sugirió que las agresivas políticas comerciales de la administración Trump podrían fomentar inadvertidamente un clima de inversión favorable para la minería del cobre. Chile, el mayor productor mundial de cobre, permanece en gran medida inmune a los posibles aranceles estadounidenses sobre las importaciones de cobre.
“Estados Unidos necesita nuestro cobre”, enfatizó Arriagada, señalando que Estados Unidos importa más de la mitad de su suministro de cobre y mantiene un déficit comercial con Chile. Esta dependencia económica podría ayudar a proteger a las minas chilenas como Antofagasta de los peores efectos de las tensiones comerciales globales.
Dada esta dinámica, Arriagada ve un fuerte potencial de crecimiento y estabilidad operativa para Antofagasta, incluso en un contexto de turbulencias en los mercados globales.
A medida que el mundo adopta cada vez más los vehículos eléctricos, las energías renovables y la transformación digital, las perspectivas del cobre —y el papel destacado de Chile en su suministro— siguen siendo cruciales.
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