
Mi señora Carmen Calvo es mujer de mucho anglicanismo. Lo digo porque sus últimas incursiones en el Código Penal y la Ley de Enjuiciamiento Criminal para proponer cambios en ambos textos que lleven a considerar violación toda relación sexual que no vaya precedida por el sí de las niñas que diría Leandro Fernández de Moratín, me han traído a la memoria una divertida comedia de Cliff Owen, “Sexo no, por favor, somos británicos”. Mi egabrense preferida ha dicho textualmente: “si una mujer no da un ‘sí’ expreso todo lo demás es no”.