Con 19 años fue coronada la chica más hermosa de su país. Guapa, inteligente, y ambiciosa, Claudia aceptó participar en el concurso de Miss Bolivia a cambio de una beca de postgrado para continuar con sus estudios de ingeniería industrial. Aunque admite que llevar la corona le ha subido la autoestima, asegura que es cansado: “hay veces que te duelen los músculos de la cara de tanto sonreír, pero no puedes dejar de hacerlo. Representas un país”. Tras un año de reinado, rompe una lanza a favor de la belleza que hay en la diferencia: “hay chicas guapas con las cejas raras o la nariz grande, y eso es lo que las hace bellas. No se trata de un molde, sino de armonía. Los países tercermundistas todavía no hemos aprendido eso”.