Quizá sea por su formación en matemáticas que Gloria no tolera las injusticias. Cuando la balanza pesa más de un lado que de otro, cuando las cuentas no cuadran o las estadísticas demuestran que el trozo de pastel más grande siempre se lo queda la misma minoría de privilegiados, Gloria levanta la voz para poner orden. Y eso es lo que hizo hace un par de meses en solidaridad con sus compañeros de gremio: se declaró en huelga de hambre para reivindicar mejores condiciones laborales para los maestros del Paraguay. A sus 51 años, Gloria aparcó a su esposo y a sus hijos en casa, y se instaló en una carpa al aire libre en la plaza del monumento de los Héroes de Asunción junto con 20 compañeros más. Ahí, pese al frío y a la lluvia, vivió 16 días a base de jugos y agua, jugándose la salud. Su capacidad de aguante hizo que se ganara el mote de “Duracell”.